Peyote - Comunidad Wixarika
Existe una tribu que todavía sigue comiendo y adorando a un cactus: los huicholes.
Bajo el signo del peyote, los huicholes de la Sierra Madre, perseveran en sus costumbres y ritos ancestrales. hacen peregrinaciones a una viricuta, el lugar sagrado donde buscan ese cactus que les eleva de su áspera realidad hacia su complejo y rico mundo sobrenatural, después de que el chamán bendiga con su muwieri, su cetro de plumas de águila, y el bufón o payaso se cuelgue su gato salvaje disecado y un ritual arco para que mate simbólicamente al dios venado, reencarnación del peyote. Cuando alguien encuentra al peyote, marca el lugar con plumas de gavilán. El peyote les arrancará de la pesadez de la tierra y les abrirá, como escribió Aldous Huxley, "las puertas de la percepción" con sus 55 diferentes sustancias alcaloides. El chamán construye un altar improvisado con el peyote, maíz y los cuernos de Tamatz Kauyumari, el venado. “Fue Tamatz Kauyumari, el venado, que llego hasta allá para darle empuje a nuestro padre Sol que emergió de Reuunar. Cada peregrino que viene tiene que hacer el mismo recorrido que hizo Tamatz Kauyumari." Materiales como la cera, la chaquira, la lana y el algodón sacralizan los objetos ceremoniales y las ofrendas. Desconocemos el significado de la palabra wixarika, pero sabemos que “huichol” es una versión castellanizada de este término. El idioma que hablan los wixarikas pertenece a la rama conocida como cora-huichol, dentro de la familia de las lenguas yuto-nahuas. Los Huicholes, que viven aislados en la sierra madre occidental entre los estados de Jalisco, Nayarit y parte de Durango y Zacatecas, comienzan a expresarse artísticamente desde su indumentaria y visten con increíble elegancia.
En Santa BárEn Santa Bárbara, en la Sierra Madre, viven en rancherías y separados a lo largo del territorio. Su ritmo de vida es plácido y dedicado a lo social, a los tejidos y a sus fiestas. Sus tejidos representan la polícroma visión de su mundo tan influido por las visiones del peyote. En los trajes, sagrados, despliegan su simbolismo colectivo, son re-expresiones de sus representaciones colectivas. Una forma constante de identificarse como pueblo. Con la pintura amarilla urra se pintan soles en las mejillas como homenaje a tayau, el padre sol. El nombre tayau, dicen, proviene de la onomatopeya del sonido que hace el pavo al saludar al sol. "Es extraordinaria la participación mística de los huicholes en su propia cultura." decía el antropólogo Lévy-Bruhl.
“No damos clases de esto, no lo platicamos en una escuela, con Tatewarí, que es el fuego, ahí es donde nosotros adquirimos conocimiento.” afirma Santos.